domingo, 11 de septiembre de 2011

Israel - Día 05 - Jerusalem

Temprano como venimos saliendo partimos hacia Jerusalem, esta vez solo con Moshe. De desastres que somos nos quedamos dormidos hasta la llegada.

Recorrimos un poco de Jerusalem, escuchando un poco de la historia que Moshe nos contaba. Subimos al monte Scopus, que queda al lado de la Universidad Hebrea y disfrutamos de una vista imponente de la ciudad. Se veía la Ciudad Vieja muy bien y el domo de la mezquita.

En el monte donde se ve Jerusalem pero no sale en las fotos 

Esta era una paseo de compras donde se exponían obras de arte.

En el medio de la galería estaba esta iglesia... raro, no?

Arte...

Adentro de un local estaba esta estructura hecha de sal, como si la hubieran hecho en el Mar Muerto. 

En la puerta de Jaffa. 

Pegamos la vuelta y entramos por la puerta Jaffa. Entrar a la ciudad vieja te sorprende bastante porque el contraste es grande con a la ciudad nueva. No es que sea todo antiguo sino que el marco histórico es suficiente como para imponerte un respeto importante.


Shuk

Shuk dentro de la ciudad vieja

Caminitos, Shuk, y llegamos al Santo Sepulcro, que se supone que es donde sepultaron a Jesus. Ah, me olvidaba de contar que la Ciudad Vieja de Jerusalem está dividida en 4 cuartos: judío, armenio, musulmán y cristiano. En este último está el Santo Sepulcro. Al entrar a la iglesia nos encontramos con una especie de tumba donde se suponía enterrado a Jesus. Parecería que un ateo como yo no lo entendería, pero la fe de esas personas me emocionó. Ah, no subo las fotos porque es un quilombo. En cuanto tenga un rato para hacerlo lo haré.

Gente llorando en la tumba de jesus. Cuántas lágrimas se derramarán por día en ese lugar?

Mural dentro del santo sepulcro

Cúpula en el Santo Sepulcro

Moshé (súper guía) y Tam dentro del Santo Sepulcro

Al costado de la hostentosa iglesia católica estaba la honesta etíope. Mucho más simple, más austera. 
Seguimos caminando y llegamos a la entrada de El muro de los lamentos. Tam se puso una pollera, se cubrió los hombros. Yo me puse una quipá con una hebillita. Y entramos...

El muro de los lamentos

Tam, su pollera y el muro de fondo. 

La vista de la mezquita, detrás del muro

Nosotros... 

Flor de candelabro, no? :P

El muro es una de las paredes del segundo templo, la que quedó. Del otro lado se encuentra la mezquita. Judíos de todas partes se acercan a rezar, de minutos a horas, por eso es que hay unos asientos para que apoyen sus textos y recen todo lo que quieran. Desde el lado observador debo confesar que me shockeó un poco. Puse unos papelitos de amigos y mientras me alejaba pensé: "cuánta fe, che". Sep, no fue el pensamiento más profundo, pero en cierta forma muestra la duda que en todos existe. Es decir, no estaré equivocado y me estaré perdiendo de algo? Obvio, a los tres metros seguía siendo el mismo ateo de siempre, pero la duda existió. Existo. Solo eso sé.

En fin, fuimos a comer a un barcito de comida del medio Oriente, pero antes, en el shuk probé un bagel con un polvito loco de color verde que se llama Zatar. Este coso le dá vida a ese embolante pan.
En el barcito probamos cous-cous, makluba, y otras cosas. Lo que fue magia fue la Tahina, que es una pasta a base de hummus. Muy rico con pita, que es un pan tipo árabe pero con mas relleno.


Cuis-Cuis

Makluba
A la tarde nos fuimos al museo de la Shoa (holocausto). Por un lado recomiendo a cualquiera que visite Israel que no deje de ir. Los registros y la forma en que la historia está contada logra el impacto esperado: entendés qué, cómo y cuándo sucedieron los eventos que condujeron al genocidio de 6 millones de judíos. Pero por otro lado, la piña que recibís no tiene nombre. A medida que vas caminando por los infinitos pasillos vas recibiendo muestras contundentes que no hacen otra cosa mas que mostrarte las cosas horripilantes de la vida. Es un bajón, posta.

A la salida de ahí, cuando ya cerraba el museo, nos fuimos a un lugar donde se encuentran placas conmemorativas acerca de las víctimas del holocausto. Vimos una placa acerca de la abuela de Tam, y fue lo que faltaba. La ficción de Hollywood desapareció en un instante y 200 piñas vinieron a golpearte, para mostrarte lo mal que te puede tratar la vida.
Finalmente, y para sacarnos el bajón de encima, nos fuimos a recorrer algunas partes del centro. Ya habíamos visto unos mil millones de religiosos (de varias religiones) pero vimos otro pilón mas en los barrios. Mucho pedido de donación. Pero no solo de eso está compuesto el centro. También vimos mucho crecimiento parecido a lo que se ve en Palermo, pero manteniendo la estética de Jerusalem. La municipalidad exige que cualquier edificio que se construya respete la arquitectura característica de la ciudad.

En fin, revisando lo vivido hoy, no puedo sacar una conclusión positiva. Jerusalem es un quilombo y no hay una manera simple de resolver esto. Y el bardo viene desde hace mucho. Y se ha hecho demasiadas cosas horribles, y no se si la cosa mejorará. Ojalá, al menos, que no se repitan esos horribles periodos. Me gustaría pensar que se ha aprendido algo. Nunca más.

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