Qué flash!
Arribamos con el tren desde Florencia que nos dejó a 20 metros del canal principal.
Venecia es muy diferente, como se imaginarán. No hay autos, ni motos. Solo botes de diferentes tamaños, motores y calidades. Caminas o andas en alguno de estos transportes. Mucha escalera, mucho puente y mucho pasaje. Nos costó un huevo ubicar el hostel, pero lo logramos luego de 1 hora de dar vueltas y pasar por la puerta del mismo. Era una puertita diminuta.
Venecia es muy linda y tiene, como la mayoría de los países europeos, mil iglesias y monumentos. Debo confesar que eso, a esta altura, es lo que menos me interesa. Son todas parecidas y en la mayoría de los casos, siempre devotas de Cristo... Y yo que no creo en dios. Será posible!!! Bueno, vimos un poco pero no pudimos hacer mucho de lo obvio por que la mayoría estaba cerrado. Aprovechamos entonces para hacer lo que mas acostumbramos: caminar. Recorrimos, en menos de dos días, un 70% de Venecia. Fuimos hasta a un barrio muy lejos que solo tenía población local. Obvio, súper tranquilo y limpio, a diferencia de las zonas más céntricas. Tomamos heladitos y todo! Del mejor del viaje les diría...
Al segundo día tomamos la góndola. Dimos un paseo muy lindo por los canales internos y disfrutamos de los comentarios del señor gondolero. Había otras opciones para andar por los canales pero era como recorrer Buenos Aires en colectivo: un bajón.
Yo diría que Venecia es un lugar que hay que visitar, pero quizás mas tiempo. Hay un par de islas que nos quedaron en el tintero, y hubiera sido lindo ir a conocerlas.
Por la noche nos tomamos el tren de Venecia a Florencia para combinar con el tren nocturno a Paris. No sabíamos la que nos esperaba...
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